18 de abril de 2012
Centro de investigación y Estudios Superiores en Estomatología y Salud
Desarrollo de las habilidades del pensamiento
La espada de Atila
Graciela Hernández Martínez
José Agustín Muñoz de Ita
LA ESPADA DE ATILA
Autor: Michael Curtis Ford
PRIMERA PARTE
I
Campos cataláunicos, Galias, 20 de junio del año 451 d.C.
El primer capitulo narra lo acontecido después de la gran batalla entre romanos y hunos, nos da el número de soldados muertos que eran alrededor de 300000 soldados no se sabia cuantos eran hunos y cuantos romanos.
Menciona el aspecto psicológico de los soldados esa noche negra donde se batirían en duelo, cada hombre tiene que confiar únicamente en si mismo, no puede confiar en su pelotón ya que su supervivencia solo depende de él, aunque toda la unidad miliar luche junta, jamás saldrán vivos todos, solo los mas veteranos eran los que lograban tener mas oportunidades de sobrevivir a un combate, ya que su experiencia los volvía unas perfectas maquinas de guerra asegurando un mayor éxito de sobrevivir.
Siguiendo con la historia, los soldados romanos acordaron una tregua con los hunos, entonces los romanos regresaron para recoger a los romanos heridos, solo exclusivamente romanos, los hunos eran cosa aparte, en fin. Una caravana comandada por un centurión, iba camino a campo de batalla para levantar a los soldados heridos en su camino, todo a su alrededor era obscuridad no había ninguna antorcha encendida solo las escazas que llevaban, mientras los integrantes de la caravana avanzaban notaban la gran escena del horror al ver a varios heridos, muertos y otros mas con los miembros colgándoles era realmente terrible, sin embargo esta caravana tenia hasta el amanecer para hacer su trabajo.
Una vez llegados al lugar de la tragedia el centurión les dio instrucciones a unos jóvenes que se les llamaba “galos” , que eran los encargados de recoger a los heridos, una vez recibida las instrucciones estos galos empezaron su labor, y al ver tal escena se quedaron paralizados pero lograron superarlo para así rescatar a los soldados que pudieran. Mientras los galos hacían su trabajo vieron a un grupo de hunos que hacían lo mismo que ellos a diferencia de que estos en vez de ponerlos en una camilla y transportarlos, los mataban, al ver esto los galos quedaron mas impresionados, pero siguieron con se deber, hasta que los chicos encontraron a un viejo huno que les pidió ayuda, esta huno hablaba latín y pidió que le llevaran a su campamento para hablar con su líder, los galos no sabían que hacer así que accedieron y lo colocaron en la carreta con los demás heridos, en eso un grupo de hunos se acercaba, se colocaron frente a los muchachos y el líder de ellos les hablo, les dijo que buscaban a un huno anciano que era importante para ellos, estos negaron su existencia así que el gran jefe, como le llamaban al líder, junto con sus hombres se retiraron. Los muchachos no podían creerlo estuvieron frente al gran Atila el huno.
Al regresar al campamento los galos informaron de la situación al centurión, este no sabia que hacer con el huno así que lo llevo a la tienda del general Aecio que era el encargado de todo, una vez que el centurión logro hablar con el general, este miro al huno y pidió que lo dejaran a solas con el, Aecio lo miro por un largo tiempo pidió que lo atendieran medicamente ya que este simple huno era algo valioso para el imperio romano y lo era también para Aecio.
II
Roma, 409 d.C.
Empezando el capitulo dos, empieza con una fiesta en una parte del palacio de romano, en la sala había una gran organización, había de todo en la fiesta un gran banquete, una banda sonora de las mejores del palacio, además toda la sala estaba completamente adornada, luciendo mosaicos hermosos, las paredes estaban con un basto colorido, los invitados estaban gozando semejante fiesta, había doncellas, embajadores, en fin, un gran numero de invitados, pero todos con un alto mando dentro del imperio.
Al fondo del salón, en un su acolchonado trono Honorio observaba la gran fiesta (Honorio estaba en frente de una de sus tan famosos fiestas semanales), Honorio era una gran rey con gustos finos en su vestimenta, pero pésimos en cuestiones de amor ya que este trataba de cortejar a una criada lo cual no consiguió. Tras de el una hilera de sirvientes empezó a salir con el plato principal lo cual consistía en un jabalí entero asado, Honorio se regocijaba al ver la alegría de sus invitados, acto seguido el rey intentaba comunicar un asunto que tenia que tratar, en ese momento un distinguido hombre entro y dijo al rey algo que impacto a todos los invitados, y era comprensible ya que este general comunico que el rey Rugila rey de los hunos había aceptado una tregua entre ambas naciones.
Honorio después de recibida la noticia empezó hacer burla de aquellos “barbaros” como el los llamaba, se mofaba de sus atuendos, lo burdo que eran sus caballos en fin de todo lo que eran los hunos. El general de nombre Gaudencio termino de contar al rey las condiciones para el trato lo cual incluía un intercambio de rehenes para sellar el pacto, los rehenes eran los descendientes a la corona de su reino. Honorio en ese momento tenia una gran duda ya que no sabia a que joven mandar como rehén, entonces vino a su mente el hijo se mejor oficial “Flavio aecio”.
Desde el campamento huno el rey Rugila tenia al mejor prospecto para hacer el intercambio, era su sobrino Atila y lo mandaba a el ya que su propio hijo era muy débil y un tanto torpe, pero Rugila al mandar a Atila sabia que dejaría una buena impresión en el imperio romano. Una vez tomada la decisión Atila partió rumbo a Ravena seguido de un contingente de caballería huna, después de semanas de viaje llegaron a la cuidad romana; al pasar por las calles adoquinadas los romanos se sorprendía de ver a semejantes seres con ropa muy sencilla y montados sobre caballos raros, en particular eran muy desagradables para los romanos. Una vez que se presentaron los hunos ante el rey cedieron al joven heredero a la corona dejándolo en mano de los hunos.
Echo esto los romanos ofrecieron su hospitalidad hacia el joven huno, pero este al igual que los demás tenia un gesto serio, semejando una dureza inquebrantable, los nobles romanos no sabían aun como tratar al chico así que se quebraron la cabeza pero les era imposible ya que ante sus ojos el seguía siendo un “bárbaro”.
Atila seguía estando confundido ya que eso era nuevo para el, pero antes de que Flavio partiera hacia la tierra de los hunos, este logro formar una amistad con Atila, Flavio le enseño o trato de enseñar a Atila a ser tolerable, le ayudaba en sus estudios en Ravena y a cambio Atila le enseño tácticas de pelea huna. Cuando el tiempo de Flavio en Ravena hubo terminado emprendió su viaje a la tierra de los hunos dejando a Atila solo contra todos los romanos que se burlaban de él.
Flavio al entrar en la cuidad huna se dio cuenta de que no compartían los mismo gustos en decoraciones entre otras cosas, dirigieron al muchacho con Rugila y este lo acepto de inmediato como uno mas de su pueblo, de inmediato se le dio a Flavio un pequeño regalo que consistía en armas esencialmente. Terminada la presentación se le instruyo a Flavio como uno mas de los hunos, este aprendió tácticas de lucha, a montar ponis, entre otras cosas mas, visto todo esto el muchacho quedo fascinado a tal grado que ahora la hermosa ciudad de roma le parecía ya olvidada.
III
Hunia, 409-425 d.C.
Una vez que Flavio tomo su lugar en hunia (tierra de los hunos), este empezó con su adiestramiento con Turgrid (capitán de las fuerzas hunas), el capitán le enseño cual mas debía saber, pero aun paso lento, un día mientras Flavio y Turgrid emprendían una larga cabalgada hasta tierras del oeste, sostuvieron una charla acerca del honor pero el joven romano tuvo una batalla perdida ante la experiencia del huno, lo que hizo dudar a Flavio acerca de su honor.
Avanzando en años en el reino de hunia se llevo acabo uno concurso de los pueblos del este, Flavio participo en dichos eventos superando a todos sus rivales, convirtiéndose en el mejor de todos, recibiendo como premio un escudo gépido que solo se mantenía en la galería del palacio huno en señal de su victoria sobre una conquista pasada. Al momento de su premiación el oficial Turgrid y el rey Rugila se mostraron muy emocionados al ver como el muchacho hablaba su lengua a la perfección, montaba como ellos, en fin tenia mas el aspecto de un huno, que de lo que él era realmente, “un romano”.
Entrada la noche, después del gran evento celebrado, algunos hombres se sentaron alrededor de una fogata, donde todos concentraban sus miradas en Turgrid, este les relataba anécdotas de guerra, leyendas y mitos; Turgrid tenia sentado por un lado a Flavio que le miraba con la misma atención que los demás, Turgrid entre sus historias narro una leyenda que para los hunos era la mejor, en ella se narraba la existencia de una espada, que aquel que la posea será invencible en el campo de batalla y que solo será recuperada por el gran jefe de los hunos. Acabado de oír el relato todos callaron, pero Flavio no quedo satisfecho y se enfrasco en un debate con Turgrid y nuevamente el muchacho salió perdiendo.
Pasaron las estaciones hasta que nos encontramos en el invierno, que daba vistas hermosas, pero como es normal el clima era algo duro, aun así la gente huna parecía tenerle sin cuidado esta condición climática. En un día de noviembre mientras Turgrid y Flavio montaban una vigilancia a las orillas de la ciudad les ocurrió algo que jamás hubieran esperado, dada la noche montaron su campamento, todo lucia bien, hasta que algo llamo su atención, era un caballo asustado y herido, Turgrid y Flavio se sorprendieron así que investigaron lo que sucedia, para su sorpresa se toparon con un lobo rabioso, dicho animal ataco a Turgrid propinándole unos cuantos arañazos, Flavio se lanzo a ayudarle a tal grado que mato al animal, Turgrid como buen huno lleno de costumbres le prometió pagarle por haberle salvado la vida.
El tiempo siguió su rumbo, y el día menos pensado una escolta romana llegaba a hunia, el que parecía ser el líder saludo a todos los habitantes como si fuera uno mas de ellos, desconcertados los hunos al ver tal gesto de un romano, para su sorpresa aquel romano era sin mas ni menos que “Atila”. El heredero a la corona había regresado, Atila se presento con su tío que lo recibió con el mejor recibimiento posible, Rugila no cabía de la emoción su tan apreciado sobrino regresaba al fin a su hogar. Con el tiempo Rugila el gran gobernante de los hunos perdía su fuerza a lo cual designo a Atila y a Flavio como jefe de sus hordas, entre ambos planearon la derrota de los alanos (enemigos de los hunos) una vez cumplida su misión ambos jefes regresaron a dar las noticias a su aun rey Rugila de la victoria alcanzada.
Tan solo unos días después Flavio recibió tanto avisos como cartas de su padre, de la situación en Ravena, se entero del derrocamiento de Honorio por un tal juan, lo que motivo a Flavio a querer volver a su amada Ravena. Antes de partir Flavio hablo con Rugila sobre lo acontecido, también le pidió un ultimo favor, que le diera un contingente de hunos para ayudar a controlar la situación en Ravena, a lo cual Rugila no solo se lo concedió si no que le dio el ejercito huno del norte, en ese momento Flavio tenia a su mando sesenta mil hombres hunos bien entrenados dispuestos a matar por su comandante; Flavio no tuvo mas que quedar agradecido con semejante adquisición, emprendió su largo viaje hacia Ravena, dio vuelta a su hermoso poni, y dejo por un momento de lado su vida huna para volver a ser un romano.
IV
Ravena, 425 d.C.
Flavio aecio desde que salió del campamento huno solo podía pensar en su amada ciudad, pero en realidad lo que mas le importaba era volver a ver a su padre, cabalgo por mas de un semana, hasta que empezó a ver las coloridas casas, los frutos frescos y de embriagadores colores, sus hombres que le seguían quedaron sorprendidos ya que en hunia es difícil ver algo así, Flavio acelero el paso en su afán de llagar lo mas rápido posible. Al seguir avanzando se topo con un pequeño contingente de romanos y al mando de estos se encontraba su padre, de un solo salto al estilo huno Flavio desmonto su poni, se acercó a su padre y le abrazo con gran alegría y emoción, su padre, al verlo de inmediato reacciono de la misma forma que Flavio, pero al ver al basto numero de hombres que traía consigo, no tuvo otra opción que encararlo como a un extraño preguntándole: ¿ has venido en son de paz o queréis la guerra?.
Al oír esto Flavio no supo como reaccionar, así que su padre prosiguió a contar la verdadera situación de roma, que su esperanza juan no era el emperador, si no en su lugar quedo un niño de 6 años al cargo, Flavio quedo consternado, pero entendió la situación sabia que él era el hombre que podía ayudar a reconstruir su tan apreciado imperio, a lo cual respondiendo a la pregunta de su padre, dijo: ¡vengo en son de paz y también vengo a ayudar a proteger roma!
Terminado esto, Flavio y su padre Gaudencio entraron a Ravena donde el emperador que era aconsejado por su madre los esperaban, llegando a la sala principal se presentaron ante la emperatriz madre que mostraba una mirada frívola, pero no como la de Flavio que logro intimidar a la emperatriz, después de un rato la emperatriz puso a su disposición los ejércitos de la Galia, lo que convertía a Flavio en el comandante supremo por así decirlo, ya que contaba con el ejercito de la Galia y el ejercito mas poderoso jamás visto proveniente del este.
Una vez que salieron del salón principal, padre e hijo recorrieron la ciudad, hasta que se encontraron con una pequeña fiesta que se celebraba en esos momentos, Flavio recordó muchas cosas que de niño vivió en Ravena, incluyendo la amistad que forjo con Atila. Al cabo de un rato se dirigió a su padre y le dijo: padre ahora poseo una gran responsabilidad y por lo tanto me ocupare de ella partiendo mañana a primera hora, para tomar posesión de mis tropas en la Galia y ayudar a limpiar al imperio para su bienestar. Su padre al oír esto, no tuvo más opción que asentir y apoyarlo.
SEGUNDA PARTE
V
La Galia y hunia, 425-444 d.C.
No paso mucho tiempo para que Flavio aecio, comandante en jefe del mejor ejercito del imperio, tomara las riendas para librar a roma de los enemigos, como los francos, alamanes y bandidos que amenazaban constantemente las fronteras del imperio. Aecio intervino de inmediato y logro derrotar a sus enemigos tras su brillante genio militar, pero sobre todo su mejor estrategia habían sido los hunos, esos guerreros que no temían a nada, que soportaban los climas devastadores, este fue el mayor factor de ventaja ya que sus rivales nunca se esperaban esta fuerza descomunal.
Por la otra parte Atila comandaba el ejercito huno, bajo a su mando, visito cada pueblo para obtener una alianza, su objetivo era tener un ejercito lo suficientemente basto, como para acabar con sus enemigos, y aquel que se interponía a ellos perecía en el intento de hacerles frente ya que los hunos tenían una fuerza descomunal, su primera alianza se dio con los eslavos que no dudaron y se unieron de inmediato a Atila.
Después de su gran lucha Flavio se decidió y contrajo matrimonio con la hija de un senador de nombre carpilio, su esposa era una noble doncella de nombre Priscila, muchos personajes importantes de roma acudieron a dicho evento ya que se trataba de la boda del gran general “Flavio aecio”. Pero su festejo duraría muy poco ya que a la mañana siguiente tenia en su sala tres negociadores griegos, que habían planeado una unión con los hunos, sin embargo estos tres cometieron el error de hacer planos para intentar derrocar a bleda (rey de los hunos) lamentablemente esa información llego a manos de los hunos, en su temor los tres griegos no sabían que hacer así que acudieron a aecio.
Flavio no tuve mas que convencer a los hunos para que pasaran por alto este incidente, pero dada la tradición huna, eso seria imposible, así que no tuvo mas opción mas que intentar acatar sus exigencias o entrar en combate, al mencionar esto ultimo, los griegos quedaron asombrados ya que una guerra era lo ultimo que querían. Flavio dándoles una solución a estos torpes, solo les pidió una cosa, cuando trataran el tema con los hunos, su nombre no podía verse involucrado, y sin más el trio emprendió el viaje a hunia para intentar llegar a un acuerdo.
VI
Hunia y Ravena, 445 d.C.
Era un día sombrío, gris, todo lo que rodeaba a hunia tenia un toque aterrador, y era con justa razón pues el ¡rey había muerto! Todos en hunia se congregaban alrededor de un altar de piedra a la espera del cuerpo de bleda, mientras tanto en medio del camino se asomaban 4 ponis que jalaban el féretro de bleda, detrás de la caravana se acercaba un sacerdote que oficiaría el acto religioso para despedir al rey huno. El dolor de la pérdida del rey duro solo mientras se llevaba acabo la ceremonia religiosa ya que después de esto la proclamación de Atila como rey ocurría enseguida, dando una gran fiesta para sellar la coronación.
Los mensajeros griegos que ya tenían tiempo que habían partido de Ravena, no se imaginaban lo que pasaba en el campamento huno, al llegar quedaron sorprendidos con semejante noticia pues pensaron que no tendrían trato alguno para negociar un acuerdo comercial. El trio de griegos al llegar a hunia fue recibido por el nuevo rey, que ofreció al trio quedarse en la fiesta que se llevaba a cabo, estos aceptaron de inmediato.
Por la mañana el grupo de mensajeros se reunió con Atila para convencerle de hacer tratos para intentar comerciar, pero Atila rechazo todo trato que tuviera que ver con roma, e incluso dejo muy entreclaro la posibilidad de una guerra entre ambas naciones. Terminada la reunión el trio de griegos quedo atónito pues no sabía que sucedería después de eso, y sin más que hacer emprendieron el viaje de regreso a casa para comunicar a su rey lo sucedido.
Al llegar a Ravena los diplomáticos comunicaron la situación a su rey, que al ya no estar su madre con el, no sabia exactamente como enfrentar semejante problema, así que tomaba consejo de su eunuco y de Flavio, estos aconsejaron tratar de complacer a los hunos en sus peticiones pero el rey y el eunuco no cedían fácilmente, por lo que Flavio les previno que se cuidaran por que podrían entrar en guerra con los temibles hunos.
Terminada la reunión Flavio decidio ir a caminar por el palacio a contemplar el hermoso cielo ya que habían pasado años desde que lo vio, para esto decidió ir a una torre de la ciudad, pero al llegar se encontró con la hermana del rey, así que empezaron a hablar, pero la princesa tenia otras intenciones con Flavio, pero este no cayo en ellas, a lo cual la princesa tomaría represalias contra el, lo malo es que sus planes se frustrarían cuando su hermano el rey la encontrara fornicando con su eunuco, lo que provoco la ira del rey, mandando a encerrar a ambos. La princesa antes de ser apresada y encerrada, escribió una carta en donde coloco su anillo real, terminada la carta se la dio a su criada y ordeno que fuera enviada de inmediato. Muchos no sabían hacia donde iba dirigida, sin embargo alguien importante la recibiría.
En la ciudad huna Atila, elaboraba un plan para tomar el control de toda hunia definitivamente, así que llamo a uno de sus hombres (era uno de plena confianza), Orestes, a este le dijo lo que en definitiva tenia que hacer, pero con absoluta discreción. Un mensajero romano llegaba, dando una carta con un sello extraño, Atila la leyó y decidió actuar de inmediato, tal vez mal interpretando la carta de Honoria ya que Atila quería desposarla, pero sin duda era una escusa mas para atacar a los romanos, si no aceptaban sus condiciones.
El día llego, un viejo campesino encontró la supuesta espada que convertiría al rey huno en un Dios, -el plan de Atila estaba funcionando- Atila ahora tenia motivos para atacar, no por motivos absurdos como una esposa romana, si no para el, atacar a la ciudad romana y controlar a todos los ejércitos eran símbolos de la perfección de su raza. Atila no tardo en dar la orden a su capitán de reunir la horda para atacar.
VII
El camino a los campos cataláunicos, 451 d.C.
Atila al mando de sus hunos y las tribus aliadas, emprendió la marcha hacia roma, era un ejército algo numeroso, de día cabalgando sin parar, de noche acampando, si en su camino se encontraban algún pueblo o ciudad, si no se unían a Atila este destrozaba el lugar borrándolo del mapa, pero si se unían tenían oportunidades de sobrevivir. Hasta los hijos de Atila iban en el viaje, al percatarse Atila de esto les ordeno regresar, pero sus hijos se negaron y siguieron en la caravana.
Atila seguía avanzando, a su paso se toparía con las tribus Turingias que lo esperaban para hacerle frente, el líder de esta tribu esta consiente que eso era una misión suicida, pero mantendría su honor e impediría el paso de los hunos por sus bosques. Ya que tenía un plan infalible, que era capaz de frenar a Atila, lastima que no fue así, los hunos no tuvieron miedo a semejante bosque. Llegaba la hora, los Turingia jamás esperaron semejante expresión de batalla, ya que su resistencia esta contemplada para hacerles frente por una semana, sin embargo no consiguieron ni siquiera dos horas. La fuerza de los hunos combinada con la gran estrategia de Atila los hacia una perfecta maquina de guerra, los hunos y sus tropas auxiliares destrozaron el lugar, en un abrir y cerrar de ojos, terminado el trabajo siguieron marchando.
Flavio al ver el inmenso ejercito que Atila conseguía, de inmediato empezó a formar alianzas, sin embargo no todos accedían a unírsele, visito a viejos camaradas que mantenían una buena relación con roma, unos cedieron pero la mayoría se rehusó a combatir contra los temibles hunos.
Atila se aproximaba cada vez con mas hombres, cuando su ejercito bajaba por una colina logro ver a un ejercito de aproximadamente de un millón de hombres, Atila pensó que había que entrar en batalla, sin embargo, al frente de tan numeroso ejercito un caballero descendió a toda prisa era sin duda Orestes que había cumplido con su labor y convenció a mas tribus, el ejercito huno avanzo, el ejercito adopto su formación y marcharon todos juntos, era un ejercito realmente majestuoso ya formaban cerca de 3 o 4 millones de hombres al mando de Atila, realmente era el ejercito mas numeroso jamás visto.
Los romanos pensaban que las tropas al llegar al rio, retrocederían, pero no cantaban con que Atila ya tenia carpinteros trabajando el algunos barcos para sus tropas, Atila al llegar al rio, miro a sus hombres dio unas palabras de aliento, agradeció a los carpinteros, dejándolos entre ver como héroes al proporcionar barcos a su armada. Y sin mas demoras todos abordaron y solo se pudo oír un grito que capto la atención de todos –“¡a por ellos, a por los romanos!”- dijo Atila.
Flavio al enterarse de la situación, emprendería su viaje, ya que con tan solo medio millón de hombres a su mando era una lucha perdida; pero antes de partir estuvo con su esposa e hijo, a este ultimo le conto una bella historia que su padre también le había contado a él, el hijo de Flavio le pregunto –padre si no ganáis la guerra ¿seremos hunos?- Flavio no tuvo mas que motivar a su hijo respondiendo –no hijo, no, nosotros seremos romanos, te lo prometo- dichas sus palabras lo arropo y dejo descansar a su hijo. Su esposa que estaba escuchando todo, le hizo la misma pregunta, y la respuesta de Flavio fue la misma.
A la mañana siguiente Flavio se disponía a partir, cuando se reunió por ultima vez con sus allegados para repasar el numero de tropas que tenían, para su suerte, los burgundios se unieron a aecio, con esto las posibilidades de hacer frente a los hunos aumentaba ya que ahora contaban con un aproximado de 2 millones de hombres, la mitad del ejercito de Atila. Antes de partir el padre de Flavio le asigno a su hombre de confianza para hacerle fuerte en cuestiones, numéricas y para tácticas de guerra, Flavio lo acepto con gusto, no tardo mucho en aparecer el senador carpilio que también se uniría a esta lucha para supervisar que los resultados fueran positivos para roma.
Sin mas que hacer en la Galia, Flavio opto por despedirse de su hijo, y su esposa, monto su caballo para emprender a todo galope el camino hacia el rin (limite de la ciudad de roma) sin mirar hacia atrás en ninguno momento.
TERCERA PARTE
VIII
Campos cataláunicos, Galia
20 de junio del año 451 d.C.
Las tropas romanas avanzaban con rapidez, 20 millas al día en promedio, pero los hunos avanzaban con la misma intensidad, los romanos estaban a punto de llegar a una parte que los lugareños llamaban los campos cataláunicos, el ejercito romano acampo cerca de ahí, en esa noche un grupo de explorados fue emboscado por una patrulla huna, para ventaja de los romanos capturaron rehenes, estos de inmediato fueron puestos a disposición de Flavio. Este los interrogo pero no salía ni una palabra de sus bocas por mas que lo intentaban, al ser inspeccionados Flavio noto que uno de ellas traía un sello de oro, al verlo Flavio se dio cuenta de que era uno de los hijos de Atila.
Un explorador llegaba al campamento huno pero seriamente dañado, la capa desgarrada, la indumentaria de cuero salpicada de sangre. Un trapo le cubría el rostro excepto un ojo, al llegar a la entrada -“paso al explorador del rey”- grito-. Pero dos ostrogodos musculosos y de serio rostro no lo dejaban pasar hasta que mencionara la contraseña, el explorador no la sabia, hasta que estallo en rabia y saco su espada atravesándosela por la garganta, el segundo guardia estaba listo para lanzarse sobre el, pero Turgrid apareció deteniendo ese acto, interrogo al explorador y lo reprimió pero solo con palabras ya que después de hablar con Atila le seria castigado severamente.
El explorador se quedo solo con Atila, el gran rey huno, se inclino hacia él y con un latín perfecto exclamo –Flavio aecio- ¿Qué haces entrando a la guarida del lobo? ¿Acaso piensas matar al jefe de la manada? Aecio lo miro mientras se quitaba los trapos y negó con la cabeza a su pregunta; -en realidad he venido como embajador y como amigo, para tratar una tregua.
Atila no tuvo mas remedio que escucharlo –habla Flavio- contesto Atila. Flavio comenzó con el broche que tenia de su hijo, él le aseguro a Atila que se encontraba bien lo único que pedía era protección para salir vivo del campamento huno, Flavio continuo haciendo mención de que retrocediera su ejercito, a cambio de sus hombres no serian molestados mientras salían del rin.
Atila lo miro incrédulo, lo de su hijo no lo tenia preocupado pues conociendo a Flavio sabia que estaría seguro, pero su segundo punto lo dejo muy descontento – ¿de modo que esa es tu oferta?, no amigo,” crees que aceptaría algo así”, valla parece que no eres bueno negociando-dijo Atila-
Flavio aecio, te propongo algo que nos conviene a los dos, deja pasar a mi ejercito, deja que tome el control de roma y a cambio te daré a gobernar la tercera parte del imperio –Flavio lo miro y negó con la cabeza- no Atila-dijo- mi honor no me lo permite, jamás aceptaría algo así, no seria digo de gobernar.
Atila recio en su silla, estaba molesto -¿como era posible que alguien rechazara semejante poder?- no lo creía, en ese momento Atila se levanto, se puso de espaldas llamo a Turgrid y le dio instrucciones de darle un caballo fresco a ese hombre además de que no se le molestara mientras salía del campamento huno. Atila volviéndose hacia Flavio dijo: me temo que ahora sabes que realmente eres un romano y como tal no podremos ser amigos, rehusaste a aceptar mi oferta ahora prepárate por que esto apenas comienza.
Llego el día esperado, donde miles de hombres se batirán en duelo por sus ideales, orgullo, rencores, ambiciones, por la razón que sea pero sobre todo por sus naciones.
El día era realmente soleado, de parte del campamento romano Flavio alistaba a sus tropas, recorriéndolas con su caballo, hasta que reunió a todos para motivarlos pero sus esfuerzos parecían no producir efecto, sin embargo su perseverancia lo llevo a convencerlos de luchar con todo el coraje, valor, el honor y por roma. Este ejercito era tan solo la mitad del de los hunos, pero contaban con onagros, eficientes maquinas de guerra, aunque no eran lo suficiente para acabar con su enemigo, pero al menos lo eran para detenerlos, Flavio una noche antes planeo la estrategia perfecta para asegurar la victoria, y era hora de aplicarla.
Las tropas romanas avanzaban por el campo, del otro lado una concentración de caballería avanzaba de igual modo, Flavio estaba mas que listo, pero los hunos propinaron el primer golpe al lanzar su flechas desde una distancia increíble derribando a una parte de su ejercito, los soldados no podían creerlo, era tal la fuerza y habilidad de estos barbaros que lograban hacer un daño considerable a una distancia increíble.
Flavio tenía la mirada en el frente, solo fue desviada por una sensación extraña, volteo hacia su lado derecho y vio una flecha que le había conseguido lastimar, lo cual le resultaba gracioso ya que era la primera vez que lo herían en combate. El duelo no tardo mucho en empezar, el choque de fuerzas fue increíble, en un abrir y cerrar de ojos había miles de muertos, era un verdadero matadero.
Atila en su poni veía como sus hombres eran frenados, lo cual no le agradaba, el al igual que Flavio hizo variantes en su estrategia, mando a su mejor caballería, los rodeo e incluso sus hijos después de todo le fueron muy útiles ya que ellos acabaron con la maldita maquinaria romana que le causaba bajas importantes.
El jefe huno daba órdenes aquí y allá, consultaba con su capitán Turgrid la manera de atacar mas eficientemente, este mantuvo un ataque constante que los romanos estaban soportando milagrosamente, aunque el sabia que no por mucho.
Las tropas de Flavio estaban fulminadas por el cansancio pero seguían pelando por increíble que parezca, lo bueno para estas tropas y para Flavio era que la noche se avecinaba, su mejor factor a favor, ya que si llegaba la noche las tropas de Atila no podrían seguir luchando con un ejercito tan numeroso como ese no podían quedarse en el mismo lugar necesitaban avanzar, lo cual para los romanos y sus aliados fue lo mejor que les pudo pasar.
Finalmente llego la noche, aecio pidió una tregua durante la noche para recoger a todos los heridos y muertos posibles, mando a un comensal, al llegar se dirigió a Atila, le hizo la propuesta y este acepto.
IX
Campos cataláunicos, la Galia, noche,
20 de junio, 451 d.C.
Aecio dentro de su tienda no sabia el por que Turgrid había llegado hasta el, apenas y respiraba, apenas estaba con vida, en eso un tribuno entro dando las cifras de las bajas sufridas, que eran unas cien mil. Flavio al oír esto no tuvo reacción, excepto por su joven tribuno que le cuestiono sobre seguir luchando, a lo cual Flavio le respondió: así es joven tribuno, como mencione los hunos no resistirán acampar más en estas tierras y tendrán que marcharse.
Dicho esto interrumpieron en su tienda una vez mas, para dar la noticia de que los hunos se retiraban, la noticia corrió entre los romanos rápidamente, todos empezaron a festejar y a felicitar a aecio por semejante victoria, pero Flavio sabia que aun no era momento de festejar. En ese instante el príncipe turismundo entro dando la noticia de que su padre había muerto, al oír esto todos callaron Flavio se acercó al muchacho para dar una motivación, pero este la negó y estallo en cólera. -Mi padre a muerto en el campo de batalla, así que pido que su muerte sea vengada y ataquemos a los hunos ahora-dijo el joven príncipe- no turismundo, no atacaremos, dijo Flavio, si atacamos solo perderíamos y seriamos débiles ante los hunos; no pierdas la cabeza muchacho, regresa a tu nación, reclama el titulo de rey que te corresponde, pero no hagas tonterías.
Por otra parte en el campamento huno, muchos se preparaban para partir ya que no podrían mantenerse un día mas sin ser victimas del cansancio, del hambre entre otras cosas. Por su parte Atila sumergido en la ira de tener que retirarse mando a llamar a su hombre mas leal, en pocos minutos Orestes arribo, Atila menciono que si sus quinientos hombres estaban listos para atacar, a lo que Orestes dijo que si. Atila ansioso por atacar y derrotar a los romanos solo dejo dada la orden de seguir buscando a Turgrid, dicho esto partió rumbo al campamento romano.
Aecio a pesar de su inminente victoria seguía despierto, en eso el huno parecía cobrar vida, aecio se acercó y le pidió que descansara, que cobrar fuerzas, pero este se negó e insistió en hablar, las demás personas en la tienda estaban intrigadas en lo que tenia que decir el huno. Turgrid logro cobrar aliento y menciono una advertencia a la manera huna “mantén la vista al este”, después de eso Turgrid habría muerto pero con la satisfacción de haber pagado una deuda.
Los distinguidos senadores que se encontraban con aecio se mofaron de tal cosa, como defenderse del este, si ya lo sabían, mientras se reían aecio se levanto, los cayo y les explico, lo que él dijo no significaba protegernos del este, si no cuidar nuestras espaldas. Pasó un rato y aecio pensó detenidamente, como si fuera un rayo mando a preguntar por su columna de avituallamiento, pero esta aun no llegaba era raro por que ya debía estar en el campamento.
Flavio mando a llamar a sus hombres de inmediato, una vez que los reunió, echo a andar en busca de su columna de avituallamiento, cabalgo unas millas y se topo con ella, pero toda la columna esta muerta Flavio no dudo en saber quien había sido. Mientras pensaba la situación se vio bajo ataque, eran los hunos y al frente de ellos Atila, Flavio y su contingente se encontraban rodeados por hunos.
Atila y Flavio se enfrascaron en una guerra verbal antes de tomar las armas, pero no tardo mucho hasta que empezó el combate a muerte entre ambos, sin embargo Flavio no quería matar a Atila ya que para el aun lo veía como amigo. En el momento en que se separaron, otra lluvia de flechas ataco y derribo a todos los hunos eran las fuerzas de turismundo, Atila no lo creía estaba prácticamente indefenso, aunque como buen huno nunca demostraba su debilidad se mantendría en pie y lucharía hasta el final. Flavio no quería hacer daño a Atila, lo dejo ir, pese a eso Atila se rehusaba hasta que no tuvo mas opción y se marcho, por primera vez el y sus tropas eran fuerzas derrotadas, lo peor que un huno podía afrontar la “derrota”.
El día llego al fin, era un tanto gris, pero eso no evito la alegría romana por la gran victoria conseguida, todos felicitaron a Flavio y este agradeció por las felicitaciones, pero el solo quería regresar a casa. Al montar su caballo vio hacia el campo de batalla, vio el campamento huno como se retiraba, se quedo muy tranquilo, de pronto sintió el peso de los años sobres sus hombres, ahora estaba listo para regresar a casa, giro a su caballo y emprendió el viaje de regreso.
Del otro lado, Atila montado en su poni viendo a su gente marchar de regreso, derrotados, sin un botín en las manos, no tuvo mas que aceptar su derrota y al igual que Flavio contemplo a su rival que había conseguido lo insospechable, contemplo el panorama y la edad le pesaba, aun así alzo la mirada, se puso en posición recta y marcho rumbo a casa.